SEBASTÁN ARAUJO
- Sabrina Bianchi
- 4 jun 2024
- 6 Min. de lectura

Mi nombre es Sebastián Araujo, soy Economista como formación de grado por UDELAR y
me he especializado en Project Management posteriormente por la Universitat de
Barcelona.
Actualmente me desempeño profesionalmente como Project Manager en una Oficina de
Proyectos en el sector público así como también ejerzo la docencia en las áreas de
Economía y Educación Financiera en el sector privado y para el Banco Central del Uruguay.
Hace poco empecé mi camino como consultor independiente en innovación y coacheo
ciudades de latinoamérica en innovación de políticas públicas.
Apasionado por el deporte y los viajes, especialmente a aquellos lugares con montañas, ha
hecho que desde hace tiempo me dedique al montañismo. He tenido el placer de escalar
numerosas montañas en diferentes continentes, como Europa, Asia y América. Sin
embargo, mi mayor logro hasta el momento en este ámbito se produjo específicamente
cuando logré coronar el Aconcagua, la montaña más alta del continente americano. Fue en
ese momento que encontré la inspiración para escribir el artículo que estás a punto de leer,
el cual se centra en la importancia del liderazgo efectivo.
La Montaña: una escuela de liderazgo
El pasado verano, más precisamente en el mes de febrero, tuve el placer de subir y hacer cumbre en la montaña más alta de América: el Cerro Aconcagua. Sus 6960,80 mts hacen que su ascenso sea un desafío que requiere de muchísima preparación. Tal es así que esta expedición consta de 16 días (13 de ascenso y 3 para su descenso) lo que conlleva a una exigencia tanto física como mental.
Para ello fue necesario una planificación exhaustiva en lo que refiere tanto a un cronograma de entrenamiento, de costos asumidos, de compra de equipamiento, pago de permisos, seguros y otros tantos detalles.
El montañismo es una actividad que exige planificación de forma minuciosa pues un mínimo detalle olvidado puede costarte la expedición o incluso la vida. Si hablamos de Aconcagua en números, esta pasada temporada se cobró 4 vidas (2 de ellas
mientras estaba subiendo) y su promedio es de 3 muertes anuales. Esta montaña no es un desafío turístico que te invite a experimentarlo cuando tienes 20 días libres en tu licencia. Es un desafío que te invita si estás dispuesto a llevar tu cuerpo y mente
al límite y por sobre todas las cosas, dedicarte y regalarte un buen tiempo contigo mismo. Pues claro, es más de medio mes caminando un promedio de 6 horas diarias y la introspección es la comida de cada día.
Léxica.ar me arrojó esta imagen tras colocar la descripción “exceso de información en la era digital”.
Un paso a la vez
A las 14:33 hs del 4 de febrero hice cumbre luego de 9 horas y media de ascenso, 20
grados bajo cero y un oxígeno que iba disminuyendo a cada metro que iba subiendo. ¿Por
qué te cuento todos estos detalles? Para que comprendas el nivel de dificultad que implica
subir esta clase de montañas y porque quiero contarte que si no hubiese sido por el enorme
liderazgo del guía que tuve, sobre todo en el último tramo, no estaría acá contando esta
experiencia que marcó fuertemente mi vida.
A 200mts de la cumbre sentí que ya no daba más y que era el final. Pero Diego (el guía) me
dijo “sí podés, tenés que desacelerar el paso, no ir tan rápido. Un paso a la vez, a ritmo
constante”. “Un paso a la vez” me dijo, una frase que no voy a olvidar nunca en mi vida y
que me hizo reflexionar sobre la importancia de la constancia en la vida más que de la
velocidad. Su consejo hizo que cambiara mi estrategia de ascenso y lo logré. Lo logré no
porque me lo dijera, sino porque me convenció de que lo lograría. En otras palabras, me
hizo creer en mí mismo.
¿Cuánto nos enseñan las montañas para nuestra vida personaL Y PROFESIONAL?
Existen un montón de manuales y fuentes sobre el liderazgo donde podemos encontrar características y valores tales como la empatía, el inspirar, generar
confianza, el pregonar con el ejemplo, entre otros. Incluso algunos de estos valores algunas organizaciones lo emplean en sus famosos pilares de Misión, Visión y Valores. Pero seamos claros, ¿quién no ha trabajado o escuchado de alguien
que haya trabajado en organizaciones donde estos conceptos son hermosamente definidos pero a la hora de ponerlos en práctica pareciera que haya habido una amnesia repentina?
Déjenme ser más preciso: esta fue mi segunda oportunidad en Aconcagua. La primera tuvo lugar en 2019 donde no pude conseguir cumbre. En ese momento, un edema cerebral a una integrante de la expedición hizo que se cancelara por completo. Claro, no había backup para quienes estábamos bien y pudiésemos seguir adelante. Desde una mirada de gestión de proyectos eso lo catalogaríamos como “Lecciones aprendidas a evitar”. Es decir, ante un suceso similar en el futuro, tomar los recaudos para que no acontezca lo mismo y poder sortear lo que en ese momento “truncó el proyecto”. Y fue lo que hice, investigar y dar con una empresa que tuviese un respaldo suficiente de guías que ante infortunios de cualquier tipo, quienes estuviesen bien pudiesen seguir adelante.
¿El resultado? En 2019, éramos 2 con un sólo guía que optó por ir sin refuerzos. El
resultado: expedición cancelada. Ese liderazgo no logró un proyecto exitoso en ese
entonces. En 2024, éramos 9 con 3 guías. El resultado: 4 hicimos cumbre liderados por un solo guía que quedó con los que podíamos seguir adelante.
¿Cuántas veces en nuestra vida o en nuestra profesión hemos pensado que no podemos hacer algo porque alguien nos marcó o hizo que pensáramos que no podíamos? Es claro que la decisión al final corre por cuenta nuestra de si seguimos adelante o no. Pero bien sabemos cómo a veces las organizaciones no toman en cuenta los aportes de quiénes llevan adelante esa organización que son las personas, o incluso las señales que emiten los clientes. ¿Cuántas organizaciones hemos visto llegar al auge pero no se mantuvieron? Me resulta muy interesante ver cómo muchas de ellas se mantienen en el tiempo a pesar de los cambios de paradigmas y otras mueren.
Al final de cuentas, esa charla que mantuve con Diego a los 6700 mts me hizo reflexionar sobre cómo el liderazgo es un canal de comunicación en sí mismo. Existen infinitas organizaciones que tienen muy bien aceitados sus canales de comunicación así como sus jerarquías y aún así fracasan. Por otro lado, hay otros tantos casos de aquellas organizaciones dónde no es tan fina la estructura comunicacional pero hay un excelente liderazgo. ¿Y entonces? Es que un buen liderazgo se convierte en un canal de comunicación per se y cuán importante es tener esa figura que inspire, motive y sobre todas las cosas, nos haga creer en nosotros mismos para que saquemos lo mejor.
¿Pero es acaso una enfermedad o podría ser un fenómeno que nos empodera?
La reflexión de este ensayo no es que cada persona u organización se prepare para “subir
su Aconcagua” porque hay muchas más montañas aparte de esta. Algunas más altas, otras
más bajas, de mayor o menor dificultad. Pero sea cual sea, las montañas son líderes
silenciosos porque te dicen de forma implícita qué necesitas para alcanzar ese objetivo. Te
llaman a la reflexión, porque como mencioné anteriormente, sean 16 días o 2, tenés horas
para dialogar contigo mismo (podríamos decir que es una invitación a un feedback
personal). Al mismo tiempo te enseñan mucho sobre el aprendizaje de los tiempos
adecuados en la vida y la humildad para aceptarlos, dado que basta con que se instale una
tormenta durante un tiempo prolongado que haga que la expedición se cancele y toda tu
planificación se vea derrumbada. Porque si hay algo que es claro, es que la montaña
cuando te dice que no, es no. La naturaleza es sabia y desafiarla es lo que alimenta ese
promedio de muertes expuesto anteriormente.
La montaña es una líder que nos enseña sobre el manejo de la ansiedad. Prepararse y
esperar para que cuando llegue el momento adecuado estemos aptos para afrontar ese
desafío sea cual sea su magnitud.
Quizás la mayor lección que nos puede dar la montaña así como un buen liderazgo sea
como dijo Georges Livanos1 “Lo esencial no es escalar rápido, sino durante mucho
tiempo”.
1 Primer alpinista francés en hacer cumbre en el Everest.
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