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Foto del escritorSabrina Bianchi

FLORENCIA SALES

Actualizado: 31 jul 2020


Como licenciada en comunicación corporativa por la Universidad ORT Uruguay en el año 2017, me desarrollo como responsable de comunicación de la Organización Nacional de Fútbol Infantil (ONFI) hace ya algunos años.

He trabajado en organizaciones públicas y privadas, adquiriendo experiencias muy diversas que me han permitido experimentar las diversas aristas de esta profesión tan apasionante y desafiante.

Mi interés y expertise se ubican en el terrero del desarrollo e intervención de la identidad corporativa y la implantación de la imagen organizacional.

Soy entusiasta de la idea de que la comunicación puede cambiar el mundo y que las organizaciones deben adquirir un rol predominante en el desarrollo de las comunidades que engloban.


 

El impacto de la tecnología en la gestión de la comunicación organizacional, en contextos de cambio.



Resulta dificultoso, en el contexto en el que nos encontramos, considerar canales y soportes de comunicación que nos permitan, desde las organizaciones, enviar nuestros mensajes clave e interactuar con nuestros públicos sin recurrir a plataformas digitales ni herramientas tecnológicas.


En el afán por continuar ejerciendo nuestro rol en las comunicaciones empresariales tendemos a recurrir a la tecnología para no poner en pausa nuestra actividad e intentar contribuir de esta forma a los objetivos estratégicos de las organizaciones.


En estas semanas hemos adaptado nuestras actividades y servicios, y diseñado nuevos parámetros de medición para comprobar sus resultados. Es interesante detenerse a analizar el impacto que esta migración a lo digital provoca en las organizaciones de nuestro país y el mundo.


Evidenciamos entonces cómo algunas organizaciones han logrado ampliar su espectro y maximizar su alcance en relación al uso de la tecnología y la digitalización. Desde la comunicación corporativa, hemos descubierto que las acciones que antes dirigíamos a un grupo específico de públicos –seleccionado en ocasiones por criterios demográficos y proximidad física- no solo pueden ser adaptadas en una modalidad virtual, sino también incrementar el impacto y la percepción del beneficio en públicos que antes creíamos apartados.


Comprobamos también cómo podíamos ejercer nuestro rol en las empresas a través del trabajo remoto desde nuestros hogares, lo cual nos requirió una autocapacitación y disciplina individual que hemos puesto a prueba. Hemos descubierto una nueva forma de hacer, medir y proyectar.


Esta nueva realidad que se nos presenta nos interpela y hace cuestionarnos si los esquemas que manteníamos eran los correctos en favor de las estrategias organizacionales.


La tecnología nos permite romper barreras. Lo lejos ahora está cerca, lo complejo se simplifica, lo económicamente inalcanzable hoy solo nos cuesta un clic. La pregunta que debemos abordar ahora está en, si con estos nuevos hallazgos y experiencias, las organizaciones mantendrán estas nuevas prácticas o si la tradición y el miedo al cambio permanente nos sumergirán nuevamente en la costumbre.


Como Directores de Comunicación, está en nuestro deber desaprender las viejas prácticas impulsadas por la costumbre y vislumbrar este nuevo abanico de oportunidades que trae consigo la tecnología y el cambio cultural de muchas organizaciones.

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